martes, 13 de marzo de 2018

Transitar de la Regulación y Control Urbano al Plan de Urbanismo Estratégico


La planificación urbanística como herramienta persigue modelizar el desarrollo del territorio, y está sujeta a los paradigmas modernos de gobernanza: burocracia y gerencialismo[1]. Cada paradigma establece una manera de gestionar el Territorio-ciudad.

La globalización trastocó las formas de enfocar la planificación urbanística, perturbó las nociones de programación temporal. El tiempo ha sido comprimido y los actores de la ciudad platean inversiones que obedecen a escenarios cambiantes.

En Nicaragua observamos un modelo urbanístico burocratizado, apoyado en criterios de legalidad, que tiene como premisas la reglamentación apoyada en el formalismo escrito de las comunicaciones, relaciones impersonales, escalonadas y tendentes a procedimientos estandarizados. La ilusión de este modelo de gestión consiste en pensar que la norma, control y regulación pueden solucionar la complejidad urbana. Los “funcionarios” creen estar limitados a la aplicación y seguimiento de procesos establecidos en reglamentos. Con estas disposiciones se cree garantizar “igualdad” entre ciudadanos y homogenizar el control del territorio.

La forma urbana en la ciudad de Managua muestra que estas herramientas son ineficiente para responder al crecimiento acelerado de la ciudad. El control y regulación urbana son pautas obsoletas, que pensadas para el desarrollo urbano resultan estáticas. El modelo urbanístico burocratizado funcionó correctamente durante la economía creciente y sostenida del periodo histórico conocido como <boom algodonero>. En esta etapa de evolución de la ciudad, el crecimiento de la ciudad era fácilmente previsible, y la demanda de servicios ciudadanos no desbordaba la capacidad de las administraciones.

La postura ceñida a la regulación y uniformidad urbana es ineficaz cuando la demanda de servicios es alta, diversificada, compleja y está sujeta a factores externos como los introducidos por la globalización. En contextos complejos funciona mejor la actitud estratégica frente a la letra muerta de las regulaciones genéricas y estáticas de la norma. Esta es la posible razón del fracaso de reglamentos, normas y esfuerzos administrativos para gestionar el territorio. El urbanismo que padecemos en la actualidad en Managua no es capaz de elaborar proyectos urbanos y definir las morfologías adecuadas para el espacio público, parece estancado en la comodidad de la mancha abstracta, inherente a los usos del suelo y el zooning.

El paradigma gerencial apareció sobre todo en los países desarrollados con la crisis económica mundial de inicios de la década setenta, que obligó al Estado a reducir el gasto público a través del modelo empresarial. Funcionó para conseguir resultados bajo el lema de gasto mínimo, eficacia y eficiencia. El urbanismo enfrentó el clientelismo y adaptabilidad a intereses particulares. La administración, percibió “consumidores” en lugar de ciudadanos. La exclusión de los pobres trajo desigualdad, exclusión, malestar social y falta de confianza en el gobierno.

Actualmente, la interdependencia y el trabajo en red de múltiples actores demandan a la administración local disposiciones pro-activas. El mercado mundial minimizó fronteras y superó las políticas internas; creó un contexto de escenarios dinámicos. La planificación estratégica aporta herramientas capaces de incidir en las políticas públicas de gestión de la ciudad. El urbanismo debe reformularse preguntas estratégicas sobre el contexto, dificultades y potencialidades del proyecto Territorio-ciudad.

La alta exposición de las ciudades a las dinámicas globales y la difícil previsión de escenarios en el desarrollo local han llevado a seguir la aptitud de adaptación a las demandas del mercado global.

El desarrollo actualmente está sometido a una gobernanza compleja descrita como malla multidimensional de intereses y relaciones diversas. El buen gobierno puede ser alcanzado por <inducción, negociación, convencimiento y liderazgo[2]> por medio del urbanismo estratégico.

La regulación, control y programación en la planificación urbana resultan en la actualidad ineficaces. El urbanismo para ser efectivo ha de ser estratégico, y ello depende de la adopción de una visión integral. Para trazar estrategias necesitamos un enfoque comprensivo de la realidad, actores y tipo de relaciones. Es imprescindible compartir un modelo -Plan urbanístico- para guiar el desarrollo de manera equilibrada entre la tensión global y local.


Napoleón Guerrero Flores
Máster en urbanismo por la Universidad Politécnica de Cataluña
Profesor de la Universidad Nacional de Ingeniería
Escrito publicado 3 de abril de 2015



[1] CENTELLES (2014). La gobernanza, bases del buen urbanismo. En: LLOP (2014). Gestión y transformación de las ciudades en países en desarrollo. Ed. Milenio. Barcelona. P. 17-35
[2] CENTELLES: 2014

viernes, 1 de abril de 2016

El Dominio de la Propiedad del Suelo en la configuración de la Ciudad

El ámbito urbano de la ciudad de Managua tiene muchos rasgos distintivos frente al campo abierto de su término municipal o espacio rural. El aspecto más evidente se presenta en la configuración o estructura. La observación de la fotografía aérea de su territorio expresa las características de los espacios rurales, urbanos y aquellos que están en transformación. Este ejercicio permite reconocer en la conformación de nuestra ciudad capital tres ámbitos de intervención urbanística que presentan características propias.

1. En primer lugar, en el ámbito de lo urbano es observada una delimitación clara de los elementos que configuran lo público (calles, plazas y avenidas) y los espacios privados claramente parcelados y edificados. Aunque, esta distinción no deja de ser teórica porque el recorrido real de algunas vías muestran una ciudad compuesta por pocas calles en el sentido estricto, y más bien estaríamos ante un conglomerado urbano articulado a través de carreteras. 

La realidad material de las vías muestra la ausencia de aceras y otros elementos del espacio público que configuran una calle en su pleno sentido "como lugar de encuentro ciudadano y sitio de actividades urbanas", Por otra parte, hay que decir que las avenidas más urbanas están siendo tratadas de manera que se privilegia el automóvil sobre el espacio del peatón. Este es un problema que heredamos de la concepción urbanística del Plan de Reconstrucción Inmediata de Managua, concebido por la administración de Somoza, y en el cual se plantea la construcción de extensos corredores que articulan la idea de una ciudad compuesta por varias centralidades dispersas en el territorio del municipio, que tenían el cometido dudoso de guiar y controlar el futuro crecimiento de la ciudad de mediados de los años setenta. En este punto también podemos argumentar la influencia histórica de la visión de la ciudad concebida como artefacto exclusivamente al servicio de la colonización (expolio), pero esto a meritaría una reflexión aparte.

La particularidad de Managua fue desde entonces, precisamente, no contar con un centro urbano compacto, denso, consolidado y jerárquico. En lugar de estos rasgos distintivos de toda urbe, cuenta con centralidades secundarias dispersas que aglutinan comercios y servicios, heredadas del Plan de Reconstrucción Inmediata PRAI de 1974, y ahora en el siglo XXI, potenciados con la proliferación de los centros comerciales de nueva generación (Galería Santo Domingo, Plaza Inter y Multi-centro Las Américas, además de un sin número de instalaciones de carreteras).

Los nuevos planes de urbanismo de la ciudad de Managua han ignorado las experiencias de la urbanística universal. A pesar del conocimiento del fracaso de los shopping Center americanos, sistematizada en la teoría del urbanismo europeo frente al urbanismo americano, que indican críticamente desde los años sesenta que este tipo de centralidades comerciales...

"...no aportaron ningún alivio, simplemente son una huida a la periferia de las ciudades, una solución puramente mercantil para el público dotado de medios de transporte privado. (86) Además, una descentralización demasiado acentuada no es ninguna solución urbanística; la excesiva separación de funciones convierte a la ciudad en un desierto. Por otra parte, un <Shopping Center> no puede llagar a ser nunca un espacio urbano de reunión para aquellas personas que buscan el contacto humano." (MAUSBACH: 1985: 86, 87)

En esta situación, el ejercicio de observación de la fotografía aérea que hemos planteado demuestra que estamos frente a un conglomerado urbano y no una ciudad. Conglomerado urbano porque su estructura urbana está carente de algunas características de centralidad y trazado urbano planificado, elementos de espacio público, y evidentemente con problemas de articulación viaria, que hacen imposible reconocer una estructura urbana coherente y articulada.

La lectura visual del espacio rural y los intersticios suburbanos mostrará también otras deficiencias que deberían constituir las tareas o intervenciones que el planeamiento actual tendrá que asumir apoyado en la gestión y planificación de las nuevas extensiones de ciudad.


La fotografía aérea muestra el ámbito de mayor consolidación de la Managua actual en 2016. A pesar de ello en las proximidades de la catedral existen grandes vacíos urbanos todavía expectantes. El ámbito es producto del trazado de la pista suburbana conocida como pista de la Resistencia y la centralidad o espacio comercial denominado Metro-Centro. En contraposición a este crecimiento tardío y poco compacto podemos citar el centro histórico de Granada y observar el nivel de claridad de los elementos urbanos, tanto del espacio de dominio público como los elementos del espacio de dominio privado.


2. Por el contrario, en el ámbito rural, si observamos detenidamente la fotografía aérea, hay cierta in-definición formal en la relación entre los espacios públicos y privados. Las fronteras o bordes definitorios  de los espacios público y privados presentan una cierta neutralidad, por ejemplo, en el caso de los elementos lineales como los caminos en sus diferentes categorías jerárquicas. Los elementos naturales como los ríos tienen casi la misma fuerza que los límites de la propiedad sobre todo debido al tala indiscriminada, y consecuentemente a la falta de regulación y protección de los espacios de interés natural y ecológico.

En el ámbito rural la mayoría de los espacios tiende a ser de propiedad privada, aunque por su rol ecológico son de interés también público, pues garantizan la vida de la naturaleza y la existencia humana. Por fortuna todavía amplias zonas están libres de edificaciones rurales. En este ámbito, los elementos del espacio público no están formalizados o bien definidos, está demostrado por la falta de arboles a la orilla de los elementos del sistema hidrográfico. Caminos, ríos o quebradas son percibidos como poco significativos.

La legislación municipal y la sectorial (MARENA) no ha permitido otorgar un reconocimiento categórico de los elementos lineales de conexión ecológica, en tanto elementos componentes vitales para la preservación de la naturaleza y la vida de la propia especie humana. Las fallas geomorfológicas, generalmente, coincidentes con el sistema hídrico, existen reconocidas en los planos, pero en la práctica y observación de la fotografía aérea, vemos que son ignoradas e invadidas de forma indebida, justificando para la practica profesional apelativos innecesarios como la planificación con acento en la gestión del riesgo y desastres. Construcción lingüística que mucho gusta usar a los que se declaran expertos en temas del ordenamiento territorial. Asunto que puede argumentarse como reflejo de la falta de identidad territorial, cultural y pensamiento propio, y que hace pensar en la tesis que sostiene que nuestro territorio sigue siendo un almacén dispuesto únicamente a proveer los intereses foráneos, por tanto, hemos perdido la sensibilidad para reconocer las características de nuestra matriz natural y tener cuidado de ella, es decir preservarla y gestionarla bajo los principios de la sostenibilidad. Esto significaría en sentido positivo el trabajo paciente en la formación de una nueva cultura de ciudad.


En la imagen observamos la reducción de los ámbitos de interés natural, los margenes de las quebradas están reducidos al mínimo por la agricultura. No existe prácticamente ningún corredor ecológico de dimensiones notables en esta área que forma parte de una sub-cuenca importante.

3. El tercer ámbito es aquel donde sucede la transformación del espacio rural en urbano, se trata del ámbito que denominamos indebidamente en algunos planes como espacio suburbano o zona de transformación. Es decir, en otros términos es el lugar de encuentro entre la ciudad edificada y el paisaje rural o natural. 

Este ámbito muestra un proceso de fragmentación fuerte, que presenta una relación entre el dominio público y privado que evoluciona de un aspecto indefinido o amorfo, a la segregación o delimitación precisa de los elementos urbanos.

En este ámbito, la delimitación y precisión de los elementos del espacio público no está acabada (caminos rurales y espacios hídricos lineales). En estos ámbitos sometidos al proceso de evolución urbano no existe una separación del dominio público-privado del suelo totalmente formalizada, los elementos urbanos (público-privado) son todavía débiles, muchos caminos son incluso temporales, son desfigurados en la estación lluviosa. (Ver el caso de la comarca de Cedro Galán en la zona próxima a carretera a León, con recurrentes problemas de accesibilidad e inundación de las vías)

Estas características surgen porque es un espacio inacabado y en transformación. Por este hecho es un espacio de oportunidad y mayor dinamismo urbano, donde aparecen nuevos proyectos. Este espacio no está consolidado y está falto de algunos servicios. En el aspecto económico, lógicamente, presenta precios del suelo mucho más bajos respecto a otras áreas de la ciudad, y esto inevitablemente lo hace atractivo a los inversores. Se caracteriza por alojar diversas tipologías edificatorias (residenciales, productivas y de servicios), contiene muchas parcelas expectantes que están a la espera de la inversión, y vacíos urbanos donde la regulación de los usos del suelo es permisiva.

Estas circunstancias hacen que muchas municipalidades bajen la guardia en la planificación de estos ámbitos, e incluso sean concebidos como lugar donde pueden aparecer edificaciones contrastantes con la escala del paisaje, las persistencias naturales y el entorno edificado o imagen urbana.


La fotografía muestra un rosario de intervenciones dispersas, inconexas y aisladas entre sí. Esto supone una utilización irracional de las infraestructuras urbanas disponibles y un consumo del suelo también al servicio del mercado especulativo, situación que provoca y genera problemas futuros para la ciudad, además de las cargas económicas que esto supone para los contribuyentes. La ausencia de la herramienta del Régimen del Suelo y la falta de un planeamiento global de la ciudad, permiten el enriquecimiento rápido de los urbaniza-doras, que en este contexto dejan las cargas urbanas y conflictos ambientales a la ciudad y ellos se apropian de las plusvalías urbanas.



ALGUNAS OBSERVACIONES DE INTERÉS

Analizadas las características visuales de los tres ámbitos de dominio de la propiedad por separado, podemos afirmar que en el ámbito urbano, la diferenciación o definición formal entre los elementos urbanos que definen el dominio público-privado es o debería ser categórica. Es interesante observar la interdependencia de esta relación, en tanto la aparición de la calle (elemento del espacio público) permite la servidumbre de los espacios privados (parcelados o edificados). Esta interdependencia es la que justifica una lógica de compensación, es decir, para poder edificar (utilizar intensamente las parcelas privadas) hace falta que existan espacios públicos adecuadamente dimensionados y acondicionados. Asunto que no es característica exclusiva del ámbito urbano, pero que en los otros dos ámbitos (rural y suburbano) tiene características formales distintas.

Los espacios privados o parcelados del espacio urbano reciben el nombre de parcela o solar, siendo esta unidad la célula básica de la estructura urbana. La suma de solares o parcelas permite la agregación parcelaria (manzanas, también llamadas islas urbanas) que pueden ser residenciales, industriales (polígonos) o mixtas; de esta adición resulta la zona urbana y la reunión de éstas permite distinguir sectores, distritos o partes de ciudad. (MAUSBACH: 1985: 125). Sin embargo, hace falta recordar que un terreno sólo adquiere previamente la categoría de solar o parcela cuando el Plan Urbanístico Municipal dispone su calificación como terreno edificable, y sólo definitivamente adquiere esta condición cuando la parcela cuenta con todos los servicios e infraestructuras propios del espacio urbano, es decir, cuando ha sido concluido el proceso de urbanización.

A pesar de esto, debemos recordar que el espacio urbano es el resultado de la interrelación entre dos tipos de espacios: la red de espacios públicos urbanos y los espacios parcelados (privados). La interrelación física de estas dos categorías del suelo puede adoptar diversas configuraciones y en su conjunto conforman lo que conocemos como trazado de la ciudad (ESTEBAN: 2001: 25-26). Por tanto, las tramas urbanas o tejidos urbanos se definen como las diversas configuraciones que adoptan la correspondencia entre el trazado y la edificación. Los tejidos urbanos se distinguen por su intensidad o grado de ocupación, el grano de la edificación que las constituye y la isotropía del trazado.

El aspecto formal y espacial de nuestras ciudades es el resultado del proceso de urbanización descrito desde la perspectiva del tipo de dominio o propiedad del suelo. En la evolución de la ciudad, este proceso puede mejorarse a través de las intervenciones de renovación urbana, o puede deformarse con crecimientos informes y no planificados. En cualquier caso, la ordenación urbanística tiene por objeto atender la configuración -inmediata o diferida en el tiempo- de los espacios públicos y privados que hayan de mantenerse, crearse o reformarse. (ESTEBAN: 2001: 26)

La historia muestra que la construcción de la ciudad colonial implicó una manera regular de concebir tanto el espacio parcelado como la edificación que en ellos se emplazó. La diferencia en la edificación y la trama urbana la marcaron los edificios representativos de los poderes civiles y religiosos (Los Equipamientos). Los cambios políticos hacia la república y la aparición de una cierta modernidad que trajo consigo una incipiente industrialización que fue interrumpida, implicarían transformaciones en la forma de parcelar el suelo y la adopción de nuevas tipologías edificatorias, que en principio y desde entonces han seguido el patrón de los modelos hegemónicos mundiales.

Es decir, que en lo específicamente urbanístico, muchas veces, hemos copiado de forma acrítica modelos y esquemas de ordenación que responden a necesidades surgidas en otros contextos y realidades económicas. Pero, esto es un hecho que la globalización ha impuesto sin tregua, y su mismo grado de penetración deja casi sin sentido ragarse las vestiduras. Lo importante en este punto, es preguntarse sobre las fuerzas vivas que dinamizan nuestro desarrollo urbano y las necesidades del mercado a las que éste responde, así como, saber formular el proyecto de ciudad desde el nivel de desarrollo que nuestra realidad demanda. Esto comporta preguntarse por la salidas frente a la dependencia y el nuevo contexto de economía global.

Para alcanzar este pensamiento que aspira a ser auténtico y apropiado es necesario aclarar los conceptos básicos de la disciplina urbanística y saber calibrar su aplicación en nuestro contexto. En este sentido, la ausencia de una Ley General del Suelo no ha permitido poner en funcionamiento un glosario de categorías, instrumentos y técnicas propias de la disciplina y que tanta falta hacen a la vista de los fracasos de algunas urbanizaciones recientes, el caos de la circulación vial y peatonal, que evidencian la ausencia de planificación del territorio y la extensión desmedida de la ciudad de Managua.




Napoleón Guerrero Flores

Profesor Titular de la UNI - Managua
01 de abril de 2016






lunes, 7 de septiembre de 2015

El déficit del espacio del peatón en la calle es un indicador de la necesidad de una intervención global en el Sistema de Espacio Público de Managua.

En la actualidad, la ciudad de Managua es objeto de una serie de intervenciones puntuales en el espacio público o sistema de espacios libres territoriales y urbanos. Recientemente, tras varios meses de obras ha sido terminado el paso a desnivel de Rubenia. Además, siguen en proceso de terminación la construcción de las nuevas paradas de autobuses que fueron noticias un par de meses atrás. También hemos visto finalizar con éxito la intervención de mejora en muchos parques urbanos en el interior de los tejidos residenciales que conforman nuestros barrios. Sin duda, estas operaciones vienen a dar calidad de vida a todos los ciudadanos y son muestra innegable del proceso de urbanización que experimenta la capital desde varios años atrás. Este proceso es amplio y tiene otras escalas de intervención, como ejemplo, la instalación de una red de semáforos inteligentes y el proyecto de ciudad del futuro Estadio de Béisbol, proyectado en un área urbana que se está perfilando desde hace décadas como una de las centralidades más representativa de la nueva Managua, reuniendo edificios particulares como la Catedral, el tradicional Centro Comercial y Hotel Intercontinental de Metro-Centro.

La observación de estas intervenciones en el espacio público platea la necesidad de una reflexión profunda sobre el sentido y los conceptos básicos de esta praxis. Parece intuirse una estrategia de operaciones puntuales sobre ámbitos determinados que presentan conflictos agudos en la vida ciudadana y sobre todo, en el tema de la circulación vial. Sin embargo, surge de esta misma praxis urbanística la necesidad de preguntarse por la totalidad del problema: ¿Es suficiente la implantación de rotondas para mejorar la circulación vial e ignorar la circulación peatonal en la solución de las mismas? ¿Basta con mejorar tecnológicamente la red de semáforos y mejorar las condiciones de resguardo en las paradas de autobuses? No cabe duda que estas intervenciones han sido claves en la mejora de la eficiencia del transporte y la circulación de la ciudad, pero al mismo tiempo, parecen ser parciales en la medida que dejan fuera varios aspectos relativos a la complejidad del Sistema de Espacios Públicos Urbanos y Territoriales.

Recordar que la característica esencial del Espacio Público es que ha de conformar una red o sistema continuo extendido a la totalidad del área urbana. Esta definición puede aclarar y orientar futuras intervenciones. En otros textos se ha señalado la necesidad de una visión holística de la ciudad, en la que todos los sistemas, componentes y elementos de la estructura urbana son concebidos como unidad orgánica en equilibrio con la matriz natural del territorio.

Ampliando esta idea podemos señalar algunos aspectos del rol que debería desempeñar la red de espacios públicos (territoriales y urbanos) en nuestra capital:

-Los espacios públicos han de establecer la relación espacial de conectividad y continuidad entre la zona urbanizada y el territorio. Aquí cabe preguntarse cómo se estructura este sistema en el interior de Managua. ¿Qué solución de continuidad y conectividad espacial hay entre el sistema natural de lagunas volcánicas que conforman Nejapa, Asososca y Tiscapa? A nivel natural y paisajístico son innegables los valores patrimoniales de estos ámbitos. Sin embargo, desde la idea de ciudad peatonal (amable y amigable) no existe ningún recorrido o itinerario articulado, que bien puede servir como soporte y pretexto del crecimiento turístico de la ciudad. Podríamos, también, hacer extensible esta primera reflexión a otros elementos del sistema de espacios territoriales como el litoral del Lago, la sierra de Managua y las planicies del valle de Tipitapa. Al mismo tiempo, observemos que como elementos continuos, las calles se extienden fuera de la ciudad en forma de carreteras, caminos históricos, rurales; y también, en otros elementos geográficos naturales como ríos, quebradas, causes y barrancos. La extensión de estos últimos elementos en el interior de la zona urbana es una oportunidad para crear un sistema articulado de paseos arbolados y parque lineales.

-Los espacios públicos son el soporte funcional básico de la movilidad interna (urbana y territorial) en tanto son los canales urbanos o vías rurales por donde nos desplazamos de un lugar a otro en la ciudad, o de un sitio natural a otro en el territorio abierto. Preguntémonos sobre ¿Cuál es calidad de este soporte en nuestra ciudad capital? En el área interurbana pueden establecerse diferentes categorías de calles, según su jerarquía vial o según la significación simbólica y de actividades en la escala de la ciudad, distrito y barrio. Debemos enfatizar que la calle en tanto espacio público no puede seguir siendo conceptuada parcialmente como curso vehicular. Rescatar la calle implica tomar consciencia de su complejidad. La calle además de soportar la vialidad vehicular es un espacio de encuentro ciudadano y actividades sociales y comerciales. Cada calle tiene su propia identidad, además de compartir los elementos básicos de su construcción (caja vial, espacio de peatonal, espacio bici, espacio de instalaciones e infraestructura, espacio de mobiliario urbano y espacio del arbolado), y en esta sumatoria de requerimientos, ¿por qué no? incorporar el espacio de la actividad informal como un episodio consumado en la experiencia de urbanización latinoamericana.

-Por otra parte, significativamente el espacio público en cualquiera de sus formas cumple con la función de proporcionar acceso al espacio privado. Sin lugar a dudas, es la referencia de la parcelación del suelo para la edificación en general, privada y pública. Sin las prestaciones funcionales del espacio público en general en sus diferentes morfologías: avenidas, bulevares, paseos, calles comerciales, pasajes residenciales, y en sus otras formas, como espacios centrales: plazas y parques, no podría estructurarse el entramado o tejido urbano y simplemente, no podrían existir accesibilidad, iluminación y el continuo de las fachadas que conforman las manzanas y la imagen de la ciudad.

Una vez definidas las funciones del espacio público y más específicamente de la calle, reflexionemos sobre la realidad de esta morfología urbana en Managua. Un recorrido rápido muestra la deficiencia de la acera y la prevalencia del vehículo, con una proporción de espacio mayor dedicada al tráfico vehicular. El problema no es solamente la carencia de aceras y su precariedad. Hay un tema de concepto, que agrava el problema peatonal y la práctica fragmentación de la acera debida a la falta de planificación espacial (ergonomía) de la misma. Para muestra invito a un análisis rápido del acceso al antiguo Hospital Militar, hoy todavía en funciones. En este ámbito urbano, las últimas reformas del espacio público cercenaron el acceso seguro para los peatones. Nos preguntamos: ¿Cómo es que la misma administración es incapaz de cumplir las normas de accesibilidad y los principios de la ciudad peatonal que ella misma establece? ¿Qué ejemplaridad estamos proyectando en la construcción de la ciudad? Por otra parte, si nos detenemos a pensar, vivimos en un país donde las mayorías viajan en transporte público. Entonces, por qué no pensar y construir la ciudad para todos, y frenar la agresión que provoca la velocidad e invasión de las "Hilux" doble cabina en el espacio del peatón, por otro lado casi inexistente.

Las infraestructuras (postes de luz y rótulos) reafirman la discontinuidad y falta de conectividad espacial del espacio público. Los aspectos positivos de nuestras calles están en el verde, como lo afirman expertos urbanistas latinoamericanos cuando sostienen que Managua es una de las ciudades más verdes del continente. En los países desarrollados, la cuneta soporta la acera, en Managua la acera existe gracias a la robustez de nuestros árboles, cuando estos son respetados y despliegan su natural y frondosa sombra.

-El espacio público tiene también funciones estéticas en la planificación y crecimientos de la ciudad. Contribuyen  a cumplir aquellos principios señalados por Kevin Lynch[1] en su teorización sobre la ciudad americana: orientación, significado e identidad. Es decir, la buena forma del espacio público en cualquiera de sus tipologías, hace posible "la expresión y percepción interna de la forma de la ciudad" (ESTEBAN: 2001). Las diferentes tipologías del espacio público hacen posible concretar variantes, jerarquías, diferentes formas de articulación de los tejidos urbanos y focalizaciones para los monumentos que configuran el trazado de la ciudad y el paisaje urbano.

-Finalmente, podemos señalar una función menos visible pero importante. El espacio público y en especial el espacio de la calle, soporta la instalación de todos los servicios de infraestructura técnica (agua, electricidad y evacuación) como ya sabemos. Sin duda, las infraestructuras urbanas de evacuación y abastecimiento son los servicios que distinguen la ciudad del campo y garantizan la calidad de vida de sus habitantes. Esta función de la calle es un punto de reflexión valioso para Managua en toda su extensión. En los espacios urbanos no consolidados hace falta completar estos servicios, y en los nuevos espacios de extensión, es necesario tener en cuenta el criterio de compacidad y continuidad de la trama urbana para garantizar un consumo racional del suelo, y evitar el consumo energético desmedido provocado por el emplazamiento discontinuo de las nuevas urbanizaciones residenciales y la ciudad construida en racimos exentos y alejados de las zona urbana consolidada. Una cosa tan obvia y de tanto sentido común, como es el crecimiento contiguo y compacto de la ciudad debería reflejarse como principio de la Ley de Ordenamiento Territorial. Sin embargo, en el proyecto de la Ley del suelo de Nicaragua, el Régimen o  Clasificación del suelo, aparece señalado tímidamente. Pero, este punto sería motivo suficiente para otro artículo.

Para concluir, es necesario señalar la importancia y urgencia de la toma de consciencia por parte de los profesionales que proyectan y gestionan la ciudad, ya que el espacio público en cuanto es una categoría urbanística, estructura y sustenta la ciudad y su espacio social. La forma de la red de espacios públicos y la pertinencia de sus jerarquías y disposición no puede ser abordada como una parte residual del diseño urbano. Quienes definen y gestionan el espacio público debería estimar que un parámetro cuantitativo en la configuración de la calle, recogido de experiencias ejemplares, señala que al menos el 50% de la superficie de la misma cumple funciones distintas a la circulación vial, es decir, que es espacio dedicado al peatón, la vegetación y el mobiliario urbano.

Un cambio conceptual positivo en la manera de abordar la gestión y el diseño del espacio público de la ciudad enfatiza que el espacio público es reflejo de la vida social y cultural. La acera no es el negativo de la caja vial. La calle no es un curso o flujo vehicular, únicamente. La calle es el lugar privilegiado del encuentro social, la sede de las expresiones de la cultura urbana, el lugar donde se producen interacciones ciudadanas, el sitio de manifestación del tejido social y las organizaciones civiles. La calle es el territorio donde la economía informal hace posible la subsistencia de los desempleados.

El espacio público imprime carácter y sentido simbólico en la percepción de la ciudad. La calle es mucho más que simple flujo de vehicular, en su espacio compuesto por la acera y configurado por las fachadas de los edificios, se extienden las redes de servicios, tiene lugar el ocio, esparcimiento y el juego de los niños, que son el futuro de la nación. Atendiendo a lo qué es la calle en sentido holístico, cabe señalar que simultáneamente a la automatización del sistema de semáforos debería garantizarse el espacio vital del peatón y el árbol, el conjunto de las señales en especial los pasos cebras, el mobiliario urbano y el buen estado de los andenes, cunetas y manjoles. En esta misma línea es necesario responsabilizarnos como profesionales sobre el buen dimensionamiento de las nuevas paradas de autobuses, donde se observa poca precisión en la solución de los aspectos ergonómicos, funcionales, espaciales (disposición respecto a la línea de fachada y tamaño de las mismas). En consecuencia estas intervenciones sobre el espacio público dejan, hasta hoy, en último lugar las necesidades y requerimientos del peatón.


BIBLIOGRAFíA
ESTEBAN (2001). La ordenación urbanística: conceptos herramientas y prácticas. Barcelona. Ed. Diputación de Barcelona.
LYNCH (1984) La imagen de la ciudad. Barcelona. Ed. Gustavo Gili.

                Napoleón Guerrero Flores





[1] LYNCH (1984) La imagen de la ciudad. Barcelona. Ed. Gustavo Gili.

lunes, 11 de mayo de 2015

Actualizar el Planeamiento Territorial del área metropolitana de Managua es necesario

Los trágicos sucesos en el Barrio 18 de mayo, colocan en primer plano la necesidad de revisar las acciones de la planificación territorial y previsión de riesgos naturales, realizadas  por instituciones y las municipalidades.
Buscar causas y medidas necesarias para evitar estos accidentes, implica debatir sobre las pautas que han orientado el crecimiento urbano de Managua y su área metropolitana.

Managua, ha experimentado el consumo incontrolado del suelo de valor agrícola, la deforestación de bosques en el sur del municipio; dos posibles causas del incremento de escorrentías en dirección al Lago. Sin embargo es posible observar otros agravantes del riesgo:

-Impermeabilización de grandes superficies, generada por la implantación de nuevas edificaciones, urbanizaciones y asentamiento humanos.
-Falta de infraestructuras de urbanización, y consecuentemente, contaminación del manto freático.
-La ocupación indebida de territorios sujetos a inundaciones y desplazamiento de tierras.

Pero, tampoco podemos dejar de citar los esfuerzos de regulación en materia de crecimiento urbano realizados por los Distritos y municipios, a través de la Asociación AMUSCLAN en conjunto con la cooperación holandesa. La pregunta a realizar, entonces, es sobre la eficiencia de estos mismos esfuerzos. La posible respuesta tiene que buscar argumentos en las premisas de un enfoque integral del territorio, necesidad de un marco legal e institucional, decidida voluntad política de las municipalidades, concertación entre actores del territorio, alcanzada a través de un modelo de Territorio-Ciudad renovado.

Ante los sucesos del Barrio 18 de mayo, la respuesta inmediata podría ser un plan hidrológico, que tenga por objeto estudiar: el agua en el territorio, prever medidas para la sostenibilidad, delimitar zonas excluidas de la urbanización, definir ámbitos para drenajes, marcar zonas de riesgo, prever balsas de regulación y un sistema de cauces adecuado. Pero sobre todo, ha de estar coordinado con la Planificación Territorial y Urbanísticas.

La historia del planeamiento de Managua tiene sesenta años de tradición en el campo de la regulación y control urbano. Toda actualización del Planeamiento ha de sistematizar esta experiencia, que a continuación reseñamos:

-Plan Regulador de Managua - 1954.
-Revisión del Plan Regulador de Mangua - 1968.
-Plano Regulador para la Reconstrucción y Desarrollo de Mangua - 1973.
-El Programa de Reconstrucción de Acción inmediata - 1975.
-El Plan Regulador para Managua - 1982.
-El Esquema de Desarrollo Urbano para Managua – 1987.
-El Plan Maestro para el Área Central de Managua - 1994.
-Planes Parciales para el Ordenamiento Urbano -  1998.         
-El Plan General de Desarrollo Municipal - 2002.

La pregunta coyuntural, radica en saber ¿sí, los documentos de planeamiento vigentes aún aportan los criterios para la Ordenación Territorial requerida? Obviamente, el tiempo transcurrido desde la entrada en vigencia del último Plan Urbanístico (2002), muestra que estos documentos requerirían de actualización. 
La urgencia de un planeamiento territorial y urbanístico para Managua está demostrada por la realidad y las dinámicas urbanas. 

La orientación del planeamiento urbano actual no es coherente con Plan Nacional de Desarrollo Humano 2012-2016. Opinión fundada en la observación de varias patologías urbano-territoriales: consumo desmedido del suelo productivo y natural, fragmentación territorial, colapso e incremento de la movilidad viaria, aumento de contaminación y gasto energético; un modelo urbano compuesto por bolsas urbanas inconexas con problemas de abastecimiento, depuración, evacuación de aguas, carencia de espacio público y de lugares apropiados para el encuentro ciudadano. Modelo urbano, que en la práctica de la construcción de la ciudad, parece peligrosamente hacerse extensible a los municipios del área metropolitana.

Decididamente, Managua debe apostar por tres principios básicos de planificación: crecimiento compacto, complejidad y cohesión social de sus tejidos urbano-residenciales.

Msc. Napoleón G. Flores
Universidad Nacional de Ingeniería UNI

Pautas para ordenar, planificar y gestionar el desarrollo del territorio-ciudad en el área metropolitana de Managua [1].


Reseña.
El texto es una breve reflexión surgida de la mera observación y recorrido a la ciudad de Managua. Para mejorarlo haría falta una comprobación experimental de las ideas aquí recogidas, es decir cuantificar y medir algunos de los aspectos enunciados. Pero tiene la intención de problematizar sobre estas situaciones para encontrar pautas y recomendaciones que apunte a la elaboración de un modelo inédito viable.  Este reconocimiento visual recoge las potencialidades de una ciudad que está en acelerado crecimiento, que tiene muchos espacios de oportunidad y una gran riqueza paisajística.

Las observaciones realizadas ponen en tela de juicio algunas nociones que parecen fosilizadas en el pensamiento urbanístico de los últimos 60 años, propone superar estos paradigmas (dualismo campo-ciudad, visión desarrollista, crecimiento ilimitado) para situarnos en una perspectiva que quiere apoyarse en ideas como capacidad de carga del territorio, racionalidad de las nuevas extensiones de la ciudad, clasificación del suelo y límite de suelo urbano, preservación del patrimonio de los suelos de valor natural, productivo y paisajístico. Pensamiento propio e identidad cultural a través de la integración de la doble matriz cultura, precolombina y occidental.

Palabras claves: dualismo urbano-rural, integración, matriz cultural, inmediatismo versus planificación, desarrollo sostenible de Managua.

Territorio-ciudad. Superación del dualismo urbano-rural
La ciudad es un conjunto de edificaciones y calles dotadas de los servicios de abastecimiento y redes de evacuación, es decir de las infraestructuras básicas para la vida –buena y sana- de una comunidad que está gobernada por una Alcaldía[2]. Comunidad, que no siempre basa el sustento en las actividades agrícolas, según definición del diccionario de la RAE.[3]

La ciudad comprendida como entidad urbana ha sido definida en oposición a lo rural. Sin embargo, entre estos dos niveles contrapuestos existe una interdependencia innegable. El territorio, en cambio es un concepto que comprende tanto el ámbito rural como el urbano. Es explicado como el lugar concreto donde vive una comunidad que mantiene vínculos de unidad generados por consanguinidad, parentesco o intereses comunes[4]. El territorio es la base-soporte de la matriz natural y la matriz antrópica. Sustenta los asentamientos humanos, espacios agrícolas y de interés natural y patrimonial. Abarca los componentes artificiales y naturales que componen el paisaje que visualizamos y construimos con nuestra actividad.

Por otra parte, consideramos que existe la urgencia de superar la dicotomía inconsciente del pensamiento que opone de manera antagónica la ciudad y el territorio abierto. Este último, base real de nuestro sustento, productividad y única riqueza patrimonial. Managua y los municipios que conforman el área metropolitana, en tanto gozan de autonomía municipal, tienen la urgencia de pensar su territorio en términos integrales y superar la visión dualista, que confronta los territorios rurales con la parte considerada urbana. La situación actual y las tendencias del crecimiento de nuestros territorios y ciudades hace pensar que resulta  apremiante un cambio de consciencia y percepción que permita poner en valor los elementos patrimoniales del territorio y el paisaje, muchas veces menospreciado como rural o simplemente calificado como rústico o agrícola; como si estos atributos fuesen sinónimos de ámbitos poco desarrollados o con poco dinamismo para el <progreso o crecimiento>[5].

Cultura. Integración de la doble matriz cultural: precolombina y occidental
Por otra parte, hace falta entender que el tiempo transcurre de manera diferente en el territorio rural y el urbano. Los territorios rurales que podemos calificar como portadores de un suceder de tiempo de tipo sereno, definirían aquellos ámbitos que alojan actividades vinculadas a los ritmos de las cosechas, ciclos de la naturaleza –agua, viento, tierra- y movimiento de los astros. Conceptualización que estaría en proximidad con nuestra matriz patrimonial precolombina. Hemos sido desde siempre un Pueblo originario que vivió, antes de la colonia, en profunda unidad con su centro espiritual Ometeotl en la región denominada Cem-Anahuac. Pero también hemos heredado recientemente, desde hace 500 años, la matriz occidental moderna y no podemos escapar a la mentalidad racionalista y la pretendida objetividad de la ciencia y tecnología, ahora en su fase de mundialización. Por tanto es necesario buscar los criterios, principios y elementos para elaborar una nueva cosmovisión, que tiene por tarea conciliar la riqueza de esta cuádruple matriz cultural (Precolombina y occidental) y territorial (Rural y urbana).

Necesidad. Superación del inmediatismo, apuesta por la planificación
Managua y las municipalidades del ámbito metropolitano, experimentan necesidades para alcanzar un desarrollo humano adecuado. En cuanto<necesidad> significa, impulso que hace que las causas de la situación que vivimos sean irresistibles. Podemos, entonces, deducir que si el cambio de percepción y mente, antes mencionado, sobre la concepción de oposición entre los niveles urbano y rural no se produce, será imposible sustraernos o resistir a la tendencia “actual” sobre la cual se precipita de forma poco planificada el desarrollo urbano y rural de nuestro territorio.

Managua y los municipios próximos, en cuanto partes del territorio-soporte, necesitan de una herramienta eficaz para planificar, ordenar, regular, controlar y gestionar toda la complejidad del territorio-ciudad, dirigido a mantener un equilibrio sostenible entre naturaleza y cultura. Para ello es necesario superar el dualismo campo-ciudad, apostar por los principios de la sostenibilidad, apoyarnos en un proyecto orientado al desarrollo humano integral. Entender la ciudad y el campo como dos entidades interdependiente que se apoya sobre una misma base territorial y como partes de un organismo vivo llamado GAIA[6].

Es urgente entonces preguntarnos sobre cuál es la situación de nuestro Territorio-Ciudad en Mangua. Enumerar sus necesidades, observar las dinámicas de crecimiento urbano e interrogarnos:

¿Cuál es el modelo de extensión de la ciudad?
¿Cómo construimos las nuevas partes de ciudad, bajo qué criterios? y sobre todo evaluar ¿cuáles son los resultados en términos de urbanidad?
¿Estamos resolviendo los retos del crecimiento urbano: la necesidad de infraestructuras básicas que hacen la ciudad saludable, la demanda de viviendas dignas, evitando el riesgo de los desastres naturales?
¿Cómo contribuyen las nuevas urbanizaciones a la creación del espacio público? Necesario para generar y propiciar el encuentro entre los ciudadanos.[7]

En este último caso, podemos preguntarnos ¿Si, el modelo de las urbanizaciones cerradas es un modelo incluyente y democrático? o tiende más bien a extender el modelo urbano capitalista de ciudad cerrada y estratificada según niveles socioeconómicos y capacidad adquisitiva. La respuesta es obvia. Las consecuencias la encontramos reflejadas en el caos de la movilidad urbana y metropolitana, el colapso del transporte público y privado, el incremento de los desastres por inundación y aluviones, la contaminación del manto freático y otras patologías urbanas[8], que hacen de la ciudad un no-lugar en el que hay que vivir en situación de desarraigo.

América Latina, en general enfrenta varias situaciones de patologías urbano-territoriales:

(1) El hiper-crecimiento, uso alargado del territorio, megalopolización y sprawl. La urbanización en esta región crece a tasas promedio del 3% al 4%.
(2) Carencias de servicios, sub-urbanización, infra-urbanización y fragmentación urbana. Estos aceleramientos, en particular en los países más pobres, son realizados generando grandes déficits de infraestructura y saneamiento. Entre el 50% y el 90% de población carece de los mismos con las consecuencias ambientales negativas para el Buen-vivir.
(3) Discontinuidad de gestión, crisis de gobernabilidad e inequidad. Típica de los países subdesarrollados, donde a cada periodo electoral implica cambios e ineficacias.
(4) Poca proyectualidad e inversiones y falta de credibilidad en la planificación. Factores que derivan del modelo económico neoliberal, preocupado principalmente por la coyuntura financiera y la atención de la deuda externa.
(5) Inseguridad e insolidaridad, Segregación social, <Inclusión-Exclusión>. Fuertemente basada en el modelo económico político mencionado y que promueve como único modelo deseable a la ciudad cerrada. (MALASQUEZ: 2006)

En esta ciudad vivimos sin residir en plenitud. Soñando con escapar los fines de semana a lugares más sanos, naturales y con un ritmo más humano. La ciudad se ha convertido en un artefacto que usamos, pero que somos incapaces de habitar en el sentido pleno de la palabra. Habitar significa: estar, quedarse, permanecer en un lugar, residir. En un sentido más pleno, habitar implica morar en paz con la comunidad. Para habitar plenamente, entonces, necesitamos procurarnos una vivienda, lugar en el que vivimos y del que vivimos. La tarea del urbanista es crear condiciones para que los lugares estén dotados para cumplir las funciones de orientación, significado e identidad.[9]

En definitiva, desde la perspectiva de la disciplina del Urbanismo y  la Ordenación del Territorio, existen necesidades y retos a los que responder teniendo en cuenta la situación actual de Managua, tanto a nivel técnico como desde la propia cultural.

La respuesta a las necesidades de Managua territorio-ciudad, requiere previamente de un cambio –superación- de paradigmas, y para ello es necesario abrir un debate sobre los contenidos y temas que debería abordar un Plan Urbanístico de Ciudad. La pregunta previa a la formulación de cualquier Plan urbanístico es ¿qué modelo de territorio-ciudad imaginamos como deseable para nuestro pueblo y cultura?

Ordenación del Territorio. Recomendaciones y pautas para el desarrollo sostenible
El Plan Urbanístico es el instrumento que permite concretar los sueños y utopías[10] de la ciudad imaginada colectivamente. El Plan posibilita prefigurar el modelo de territorio-ciudad que entre todos los actores construimos y concertamos. El Plan en tanto elaboración colectiva y participación implica un proceso pedagógico en el que la población gana conocimiento profundo sobre el patrimonio cultural, natural y paisajístico, propiciando un sentimiento de identidad y arraigo. A la vez que los mismos habitantes conocen, crean y acuerda las normas y procedimientos para guiar el proceso de desarrollo urbano y rural, desde el criterio de prevalencia del bien común y el desarrollo humano integral.

Los profesionales implicados en el proceso de planeamiento, han de superar la aplicación acrítica de los modelos ofrecidos por la urbanística internacional, y la aplicación mecánica de un urbanismo concebido desde el quietismo y la comodidad del simplismo de las normas, que sólo aspiran a regular el crecimiento concebido y aceptado –acaso inconscientemente- como connatural. Como si la ciudad fuese un ente que crece por generación espontánea, sin la reflexión y racionalidad necesaria de toda iniciativa plenamente humana y consciente.

Es necesario partir de un pensamiento propio, arraigado en la cultura y las necesidades de la población y su territorio, que tenga en cuenta las líneas estratégicas y criterios perfilados en el PNDH[11] y las demandas visibles de los barrios residenciales. En este sentido, proponemos seis retos para el planeamiento de Managua a escala de territorio y seis retos a escala de ciudad.

Retos para el planeamiento de Managua a escala de territorio:

1.      Mejorar el concepto de Clasificación del Suelo adoptado por los Planes Reguladores y que funciona actualmente como herramienta de la planificación a escala nacional, formulado en tres categorías: suelo urbano, suburbano y rural.[12]
2.      Introducir nuevas herramientas en la planificación, ordenamiento y gestión del suelo, (Planes parciales, planes de mejora, planes especiales, modificaciones puntuales, estudios de detalle), buscar la coherencia de estas con los criterios y principios de la ordenación sostenible del territorio, medio ambiente y la previsión del riesgo.
3.      Establecer los mecanismos de gestión, protección y preservación de los suelos de alto valor natural y agrícola. (Corredores y conectores ecológicos, parques y zonas de especial protección de la flora y la fauna)
4.      Reconocer el funcionamiento a nivel geomorfológico, hídrico e hidrológico del territorio con el objeto de circunscribir las zonas que no son aptas para la ocupación urbana y que están sujetas al riesgo o desastre natural.
5.      Reflexionar sobre el modelo de extensión de la ciudad. Sabiendo que el modelo de ciudad compacta frente al modelo de ciudad dispersa, evita el consumo desmedido del suelo agrícola y los suelos de valor natural[13] y valor paisajístico.

Retos para el planeamiento de Managua a escala de ciudad:

6.      Dotar los tejidos urbanos (residenciales) de infraestructuras básicas para garantizar una ciudad saludable y un Buen vivir[14].
7.      Responder a la necesidad urgente de soluciones habitacionales dignas, considerando los modos de vidas, producción, cultura y el significado de habitabilidad, de  manera que las soluciones habitacionales tengan en consideración los aspectos antropológicos, sociales, económicos y culturales.
8.      Formular programas de equipamiento público a escala municipal y de barrio. Tener en cuenta el sentimiento de identidad y pertenencia que estas iniciativas generan, así como el efecto contagio en la mejora de los tejidos residenciales adyacentes.
9.      Garantizar el cumplimiento de las cesiones urbanísticas para la consolidación de los Sistemas de Espacios Cívicos y los Sistemas de Equipamientos Comunitarios.
10.   Mejorar el espacio público: recuperación de la acera como espacio preferencial del peatón y de las personas que tienen su modo de vida en la calle. Particularmente el ordenamiento espacial y temporal de las actividades del comercio denominado informal[15], que sigue la lógica de los flujos de desplazamiento y transporte de la ciudad.
11.   Ordenar y regular la movilidad y el transporte público como estrategia para mejorar el impacto sobre el consumo energético, y aminorar la contaminación medioambiental. Recuperar la idea de Sistémica sobre la red viaria y el transporte público.
12.   Prever y regular los asentamientos humanos espontáneos, trabajar con la idea de un urbanismo progresivo, que deberá prever el completamiento de los tejidos urbanos en la medida de la capacidad económica alcanzada por el tejido social y los propios habitantes.

CONCLUSIONES

Managua en los últimos años está recuperando de manera inaudita el crecimiento urbano estancado por décadas. Crece dejando grandes vacíos urbanos o espacios de oportunidad, que configuran tejidos urbanos inconexos, poco accesibles y desarticulados con su centro histórico. La ciudad parece más un conglomerado de diferentes morfologías y tejidos urbanos pendientes de sutura y continuidad.

Managua necesita urgentemente de la elaboración de un modelo urbano para regular los nuevos crecimientos residenciales. Mejorar las infraestructuras básicas para evitar la contaminación de las aguas, articular los tejidos urbanos. Renovar el espacio público y el sistema de equipamientos comunitarios. Optimizar las vías de circulación y transporte. Tendría pendiente, además elaborar un proyecto integral de recuperación del frente de costa a orillas del Lago, tema iniciado de manera puntual con las intervenciones del Puerto Salvador Allende y Paseo Xolotlán. Mejorar las centralidades urbanas de escala distrital y de barrio. Plantearse un proyecto articulador del espacio de mayor actividad edilicia y económica que abarca desde la Catedral nueva hasta camino de oriente.

Para alcanzar estos objetivos, precisamente es necesario señalar la urgencia de un marco legal urbanístico adecuado. Es decir la aprobación de una Ley general de Urbanismo y de Ordenación del territorio, que englobe y sistematice metodologías y procedimientos disciplinares, recientemente multiplicados en nuestro contexto nacional, debido a la adopción de diferentes enfoques y a veces por el inmediatismo de las respuestas ante situaciones de emergencia.

Inevitablemente este esfuerzo sólo puede ser fruto del respaldo de las instituciones, acompañado de un respaldo económico que lo viabilice, y ratificado en la voluntad política de quienes gobiernan. Para garantizar su éxito deberá estar apoyado en un proceso pedagógico que apunte a crear una cultura de ciudad y territorio, validado por la participación ciudadana. En la que habrán de concurrir todas las fuerzas vivas del territorio. El camino para materializar los sueños de una ciudad pasa por la concertación del modelo urbano, construido entre todos y basado en el bien común.

Finalmente, decir que enunciar estas observaciones en forma de retos y a veces de recomendaciones y pautas, tiene la intención de abrir el debate disciplinar en el que podamos enriquecernos mutuamente, con los conocimientos y experiencias sobre la planificación urbanística y ordenación territorial. También, persigue contribuir a la planificación e investigación urbanística de nuestra ciudad de Managua.

Hoy más que nunca por la dinámica y tendencia latente del desarrollo urbano y rural, necesitamos construir un modelo de ciudad que recoja los sueños y aspiraciones de sus habitantes y proporcione un camino a seguir en la construcción del territorio-ciudad, apoyado en la concertación civil y participación ciudadana, único camino para el fortalecimiento de las instituciones del Estado.


Msc. Napoleón G. Flores
Universidad Nacional de Ingeniería UNI





[1] Este escrito surge en el contexto de conmemoración de sesenta años de experiencia en la regulación, control y planificación de la ciudad capital (1954-2014), y en el marco de celebración de 50 años de enseñanza de la Arquitectura en Nicaragua.
[2]RAE (2014). Ciudad. (Consultado el 10 de Octubre de 2014). Disponible en la Internet:bhttp://lema.rae.es/drae/?val=intenci%C3%B3n.
[3] Debemos preguntamos si esta definición no ha dejado fuera a las formas de vida de los Pueblos originarios de nuestro continente en los que la ciudad fue entendida como un centro de reunión y celebración de un vasto territorio natural, como lugar donde comparecían el hombre y los dioses. Lugar de la celebración y fiesta.
[4] En este sentido de ciudad-territorio, entendemos que estas reflexiones abarcan a los municipios que configuran el área o región metropolitana. El nivel de actividad, tamaño y urbanidad no se mide por la denominación administrativa de los asentamientos humanos, sus problemáticas se inscriben en la necesidad de conseguir el equilibrio entre la matriz natural y antrópica, responder a las necesidades del “desarrollo urbano local” y el compromiso con el principio de sostenibilidad ambiental, orientado desde el Plan Nacional de Desarrollo Humano 2012-2016.
[5]Progreso y Crecimiento. Dos paradigmas promovidos por la visión moderna, compartidos en algunos casos por la ideología capitalista “desarrollista” y la ideología socialista. Estos conceptos han justificado un crecimiento ilimitado, sin tener en cuenta la capacidad de carga y los límites de los recursos naturales y humanos de un territorio visto como objeto de expoliación inagotable.
[6] Definido como un sistema u organismo vivo del cual el hombre es parte responsable en su equilibrio y supervivencia. Tomado del pensamiento ecologista de Leonardo Boff.
[7] RAE. Diccionario de la Real Academia Española. (Consultado 8 de octubre de 2014). Ciudadano. “…Sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos en el gobierno del país.” En internet:
[8] MALASQUEZ D, R. (2006) “Desarrollo urbano sostenible en América Latina y el Caribe. La agenda pendiente de los gobiernos locales”. En: Revista Voxlocalis, nº 1. Enero. (Consultado 5 de noviembre de 2014). Disponible en Internet: http://www.voxlocalis.net/revistas/num1/doc/DESARROLLO%20URBANO%20SOSTENIBLE.pdf.
[9] LYNCH, K. (1970) La imagen de la ciudad. Ed. infinito. Buenos Aires.
[10] Entendemos utopía como término que recoge los sueños y aspiraciones de la ciudad. Nunca en el sentido de no-lugar o situación postergada a un tiempo que está más allá y es ultra terreno. Sino más bien en el sentido de impulso o motor de perfección, fuente de esperanza para alcanzar estados de perfección más altos en todo lo que implica la vida en el territorio-ciudad. Hablaríamos más bien de una topía (En el sentido que Leonardo Boff da a este término) en construcción y mejora, un proceso continuo de crecimiento humano colectivo, tanto en el sentido material de la ciudad, como en de los procesos de convivencia que implica como polis (lugar de –muchos- la política. Es decir de las relaciones entre hermanos).
[11] PNDH. Plan Nacional de Desarrollo Humano 2012-2016. Es necesario retomar las escalas de la Planificación Física de Nicaragua: Planes de escala territorial, regional y municipal. Actualmente, existe una fecunda aparición de instrumentos de planeamiento elaborados desde distintas ópticas (medioambientales y de gestión del riesgo) que deben someterse a la jerarquía de la Ordenación del Territorio para que guarden su economía, eficacia, rigor y universalidad. Resulta urgente y necesaria una Ley General del Suelo.
[12]Terminología que no parece establecer con claridad taxativa suficiente los valores morfológicos y normativos de cada uno de estos tres ámbitos de actividad. En contraposición la experiencia del planeamiento urbanístico internacional presenta las categorías de Suelo urbano (consolidado y no consolidado), Suelo urbanizable (programado y no programado) y Suelo no urbanizable.
[13] Los acuíferos del ámbito occidental de Managua son ejemplo de suelos de valor natural, actualmente, amenazados por la contaminación de suelos generada por la infra-urbanización incontrolada.
[14]Sumak kawsay (Buen vivir) Concepto que proviene de la cosmovisión de los pueblos originarios (quichuas, aymaras, guaraníes) de América. Este concepto se refiere al ideal de realización del Planeta (Madre-Tierra), que comprende a todas las especies y entre ellas el hombre como responsables del equilibrio entre los recursos naturales y las necesidades humanas. Tomar sólo lo necesario para la vida es una idea que está en confrontación con las ideas modernas de Crecimiento y Progreso ilimitado. Ambas basadas en el paradigma occidental que ve la naturaleza como almacén ilimitado de recursos dispuesto para la explotación. Actitud criticada desde 1927 por la filosofía de Martín Heidegger y Hans Jonas y retomada por el pensamiento ecologista brasileño de Leonardo Boff.
[15] En este punto, hace falta una reflexión antropológica profunda, que reconozca las raíces precolombinas de los modos de vida de la población, históricamente dedicadas a la actividad de la agricultura, artesanía y sobre todo al intercambio en los tiangues. La pregunta orientadora puede ser al respecto de la recuperación del espacio necesario para el intercambio. ¿Cómo, la calle un elemento urbano de la ciudad de matriz occidental, prácticamente inexistente en el mundo precolombino –concebida únicamente como camino procesional o ritual en Teotihuacán y en el período postclásico en Tulum-, puede acoger una actividad ancestral, practicada por gran número de personas en la ciudad?.