lunes, 7 de septiembre de 2015

El déficit del espacio del peatón en la calle es un indicador de la necesidad de una intervención global en el Sistema de Espacio Público de Managua.

En la actualidad, la ciudad de Managua es objeto de una serie de intervenciones puntuales en el espacio público o sistema de espacios libres territoriales y urbanos. Recientemente, tras varios meses de obras ha sido terminado el paso a desnivel de Rubenia. Además, siguen en proceso de terminación la construcción de las nuevas paradas de autobuses que fueron noticias un par de meses atrás. También hemos visto finalizar con éxito la intervención de mejora en muchos parques urbanos en el interior de los tejidos residenciales que conforman nuestros barrios. Sin duda, estas operaciones vienen a dar calidad de vida a todos los ciudadanos y son muestra innegable del proceso de urbanización que experimenta la capital desde varios años atrás. Este proceso es amplio y tiene otras escalas de intervención, como ejemplo, la instalación de una red de semáforos inteligentes y el proyecto de ciudad del futuro Estadio de Béisbol, proyectado en un área urbana que se está perfilando desde hace décadas como una de las centralidades más representativa de la nueva Managua, reuniendo edificios particulares como la Catedral, el tradicional Centro Comercial y Hotel Intercontinental de Metro-Centro.

La observación de estas intervenciones en el espacio público platea la necesidad de una reflexión profunda sobre el sentido y los conceptos básicos de esta praxis. Parece intuirse una estrategia de operaciones puntuales sobre ámbitos determinados que presentan conflictos agudos en la vida ciudadana y sobre todo, en el tema de la circulación vial. Sin embargo, surge de esta misma praxis urbanística la necesidad de preguntarse por la totalidad del problema: ¿Es suficiente la implantación de rotondas para mejorar la circulación vial e ignorar la circulación peatonal en la solución de las mismas? ¿Basta con mejorar tecnológicamente la red de semáforos y mejorar las condiciones de resguardo en las paradas de autobuses? No cabe duda que estas intervenciones han sido claves en la mejora de la eficiencia del transporte y la circulación de la ciudad, pero al mismo tiempo, parecen ser parciales en la medida que dejan fuera varios aspectos relativos a la complejidad del Sistema de Espacios Públicos Urbanos y Territoriales.

Recordar que la característica esencial del Espacio Público es que ha de conformar una red o sistema continuo extendido a la totalidad del área urbana. Esta definición puede aclarar y orientar futuras intervenciones. En otros textos se ha señalado la necesidad de una visión holística de la ciudad, en la que todos los sistemas, componentes y elementos de la estructura urbana son concebidos como unidad orgánica en equilibrio con la matriz natural del territorio.

Ampliando esta idea podemos señalar algunos aspectos del rol que debería desempeñar la red de espacios públicos (territoriales y urbanos) en nuestra capital:

-Los espacios públicos han de establecer la relación espacial de conectividad y continuidad entre la zona urbanizada y el territorio. Aquí cabe preguntarse cómo se estructura este sistema en el interior de Managua. ¿Qué solución de continuidad y conectividad espacial hay entre el sistema natural de lagunas volcánicas que conforman Nejapa, Asososca y Tiscapa? A nivel natural y paisajístico son innegables los valores patrimoniales de estos ámbitos. Sin embargo, desde la idea de ciudad peatonal (amable y amigable) no existe ningún recorrido o itinerario articulado, que bien puede servir como soporte y pretexto del crecimiento turístico de la ciudad. Podríamos, también, hacer extensible esta primera reflexión a otros elementos del sistema de espacios territoriales como el litoral del Lago, la sierra de Managua y las planicies del valle de Tipitapa. Al mismo tiempo, observemos que como elementos continuos, las calles se extienden fuera de la ciudad en forma de carreteras, caminos históricos, rurales; y también, en otros elementos geográficos naturales como ríos, quebradas, causes y barrancos. La extensión de estos últimos elementos en el interior de la zona urbana es una oportunidad para crear un sistema articulado de paseos arbolados y parque lineales.

-Los espacios públicos son el soporte funcional básico de la movilidad interna (urbana y territorial) en tanto son los canales urbanos o vías rurales por donde nos desplazamos de un lugar a otro en la ciudad, o de un sitio natural a otro en el territorio abierto. Preguntémonos sobre ¿Cuál es calidad de este soporte en nuestra ciudad capital? En el área interurbana pueden establecerse diferentes categorías de calles, según su jerarquía vial o según la significación simbólica y de actividades en la escala de la ciudad, distrito y barrio. Debemos enfatizar que la calle en tanto espacio público no puede seguir siendo conceptuada parcialmente como curso vehicular. Rescatar la calle implica tomar consciencia de su complejidad. La calle además de soportar la vialidad vehicular es un espacio de encuentro ciudadano y actividades sociales y comerciales. Cada calle tiene su propia identidad, además de compartir los elementos básicos de su construcción (caja vial, espacio de peatonal, espacio bici, espacio de instalaciones e infraestructura, espacio de mobiliario urbano y espacio del arbolado), y en esta sumatoria de requerimientos, ¿por qué no? incorporar el espacio de la actividad informal como un episodio consumado en la experiencia de urbanización latinoamericana.

-Por otra parte, significativamente el espacio público en cualquiera de sus formas cumple con la función de proporcionar acceso al espacio privado. Sin lugar a dudas, es la referencia de la parcelación del suelo para la edificación en general, privada y pública. Sin las prestaciones funcionales del espacio público en general en sus diferentes morfologías: avenidas, bulevares, paseos, calles comerciales, pasajes residenciales, y en sus otras formas, como espacios centrales: plazas y parques, no podría estructurarse el entramado o tejido urbano y simplemente, no podrían existir accesibilidad, iluminación y el continuo de las fachadas que conforman las manzanas y la imagen de la ciudad.

Una vez definidas las funciones del espacio público y más específicamente de la calle, reflexionemos sobre la realidad de esta morfología urbana en Managua. Un recorrido rápido muestra la deficiencia de la acera y la prevalencia del vehículo, con una proporción de espacio mayor dedicada al tráfico vehicular. El problema no es solamente la carencia de aceras y su precariedad. Hay un tema de concepto, que agrava el problema peatonal y la práctica fragmentación de la acera debida a la falta de planificación espacial (ergonomía) de la misma. Para muestra invito a un análisis rápido del acceso al antiguo Hospital Militar, hoy todavía en funciones. En este ámbito urbano, las últimas reformas del espacio público cercenaron el acceso seguro para los peatones. Nos preguntamos: ¿Cómo es que la misma administración es incapaz de cumplir las normas de accesibilidad y los principios de la ciudad peatonal que ella misma establece? ¿Qué ejemplaridad estamos proyectando en la construcción de la ciudad? Por otra parte, si nos detenemos a pensar, vivimos en un país donde las mayorías viajan en transporte público. Entonces, por qué no pensar y construir la ciudad para todos, y frenar la agresión que provoca la velocidad e invasión de las "Hilux" doble cabina en el espacio del peatón, por otro lado casi inexistente.

Las infraestructuras (postes de luz y rótulos) reafirman la discontinuidad y falta de conectividad espacial del espacio público. Los aspectos positivos de nuestras calles están en el verde, como lo afirman expertos urbanistas latinoamericanos cuando sostienen que Managua es una de las ciudades más verdes del continente. En los países desarrollados, la cuneta soporta la acera, en Managua la acera existe gracias a la robustez de nuestros árboles, cuando estos son respetados y despliegan su natural y frondosa sombra.

-El espacio público tiene también funciones estéticas en la planificación y crecimientos de la ciudad. Contribuyen  a cumplir aquellos principios señalados por Kevin Lynch[1] en su teorización sobre la ciudad americana: orientación, significado e identidad. Es decir, la buena forma del espacio público en cualquiera de sus tipologías, hace posible "la expresión y percepción interna de la forma de la ciudad" (ESTEBAN: 2001). Las diferentes tipologías del espacio público hacen posible concretar variantes, jerarquías, diferentes formas de articulación de los tejidos urbanos y focalizaciones para los monumentos que configuran el trazado de la ciudad y el paisaje urbano.

-Finalmente, podemos señalar una función menos visible pero importante. El espacio público y en especial el espacio de la calle, soporta la instalación de todos los servicios de infraestructura técnica (agua, electricidad y evacuación) como ya sabemos. Sin duda, las infraestructuras urbanas de evacuación y abastecimiento son los servicios que distinguen la ciudad del campo y garantizan la calidad de vida de sus habitantes. Esta función de la calle es un punto de reflexión valioso para Managua en toda su extensión. En los espacios urbanos no consolidados hace falta completar estos servicios, y en los nuevos espacios de extensión, es necesario tener en cuenta el criterio de compacidad y continuidad de la trama urbana para garantizar un consumo racional del suelo, y evitar el consumo energético desmedido provocado por el emplazamiento discontinuo de las nuevas urbanizaciones residenciales y la ciudad construida en racimos exentos y alejados de las zona urbana consolidada. Una cosa tan obvia y de tanto sentido común, como es el crecimiento contiguo y compacto de la ciudad debería reflejarse como principio de la Ley de Ordenamiento Territorial. Sin embargo, en el proyecto de la Ley del suelo de Nicaragua, el Régimen o  Clasificación del suelo, aparece señalado tímidamente. Pero, este punto sería motivo suficiente para otro artículo.

Para concluir, es necesario señalar la importancia y urgencia de la toma de consciencia por parte de los profesionales que proyectan y gestionan la ciudad, ya que el espacio público en cuanto es una categoría urbanística, estructura y sustenta la ciudad y su espacio social. La forma de la red de espacios públicos y la pertinencia de sus jerarquías y disposición no puede ser abordada como una parte residual del diseño urbano. Quienes definen y gestionan el espacio público debería estimar que un parámetro cuantitativo en la configuración de la calle, recogido de experiencias ejemplares, señala que al menos el 50% de la superficie de la misma cumple funciones distintas a la circulación vial, es decir, que es espacio dedicado al peatón, la vegetación y el mobiliario urbano.

Un cambio conceptual positivo en la manera de abordar la gestión y el diseño del espacio público de la ciudad enfatiza que el espacio público es reflejo de la vida social y cultural. La acera no es el negativo de la caja vial. La calle no es un curso o flujo vehicular, únicamente. La calle es el lugar privilegiado del encuentro social, la sede de las expresiones de la cultura urbana, el lugar donde se producen interacciones ciudadanas, el sitio de manifestación del tejido social y las organizaciones civiles. La calle es el territorio donde la economía informal hace posible la subsistencia de los desempleados.

El espacio público imprime carácter y sentido simbólico en la percepción de la ciudad. La calle es mucho más que simple flujo de vehicular, en su espacio compuesto por la acera y configurado por las fachadas de los edificios, se extienden las redes de servicios, tiene lugar el ocio, esparcimiento y el juego de los niños, que son el futuro de la nación. Atendiendo a lo qué es la calle en sentido holístico, cabe señalar que simultáneamente a la automatización del sistema de semáforos debería garantizarse el espacio vital del peatón y el árbol, el conjunto de las señales en especial los pasos cebras, el mobiliario urbano y el buen estado de los andenes, cunetas y manjoles. En esta misma línea es necesario responsabilizarnos como profesionales sobre el buen dimensionamiento de las nuevas paradas de autobuses, donde se observa poca precisión en la solución de los aspectos ergonómicos, funcionales, espaciales (disposición respecto a la línea de fachada y tamaño de las mismas). En consecuencia estas intervenciones sobre el espacio público dejan, hasta hoy, en último lugar las necesidades y requerimientos del peatón.


BIBLIOGRAFíA
ESTEBAN (2001). La ordenación urbanística: conceptos herramientas y prácticas. Barcelona. Ed. Diputación de Barcelona.
LYNCH (1984) La imagen de la ciudad. Barcelona. Ed. Gustavo Gili.

                Napoleón Guerrero Flores





[1] LYNCH (1984) La imagen de la ciudad. Barcelona. Ed. Gustavo Gili.

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